Señor
Jesús:
En este momento yo necesito que tu Espíritu Santo descienda sobre mí para que él sondee
lo más profundo de mi ser y me muestre
qué hay en mí que yo
no acepto,
cuáles realidades de mi vida
me impiden el gozo y la felicidad plena.
Yo quiero perdonarme a mí mismo y a los demás.
Necesito tu
ayuda para conocer
qué no acepto de mi físico:
estatura, peso, color, pelo, mi
edad, mi historia.
Necesito
reconocer aquellas carencias
que he tenido de amor, de ternura,
el apoyo de mis
padres de mis hermanos
o de aquellas personas que me han rodeado,
si aluna vez
han intentado violarme,
el divorcio de mis padres, el alcoholismo de algún
familiar,
el abandono de papá o de mamá
o infinidades de situaciones que han
rodeado mi vida.
Fluye Espíritu
Santo en mi interior
y revela cuáles son esas situaciones
que me aplastan y me
deprimen.
Sigue
caminando en mi interior, Señor,
y pido la intercesión de tu Madre, la Virgen
María,
para que vaya mostrando cuáles comportamientos míos
han herido o
molestado a los demás.
Por la sangre que sana y libera, muéstrame, Señor,
si yo
no he dado el amor
que los demás han necesitado de mí.
Quiero aceptar
el perdón tuyo, Señor,
por no haberte sido fiel,
por no haber hecho lo que
querías que hiciese.
Quiero dejar
mí pasado
en las manos misericordiosas tuyas.
Introduzco mi vida y la esconde en
ti,
porque sólo ahí estoy seguro,
especialmente en tu costado,
de donde manó
sangre y agua para ser lavado por ti.
Tú sabes,
Señor,
que no podemos volver el tiempo hacia atrás,
ni cambiar las vivencias,
pero entendemos que tú puedes cerrar
las heridas del pasado y sanar
cualquier
fracaso sufrido en nuestras vidas.
Quiero empezar
de nuevo.
Necesito nueva vida, te lo pido, Señor,
desde lo más profundo de mi
corazón.
No quiero perder el gozo del presente
por no olvidar el pasado.
Quiero
decir, como el Apóstol Pablo en Filipenses 3,13 “olvido lo que dejé atrás
y me
lanzo a lo que está por delante”.
Presento tus
cinco llagas y por ellas pido sanación.
Tomo control de todo lo pasado y olvido
y perdono.
Lo dejo en tus manos de buen pastor
y en fe te doy gracias por mi
sanación del pasado,
por ese perdón que me das
y que a través de él recibo
sanidad,
porque tu perdón sana, Señor.
Pedro fue
sanado de la infidelidad para contigo
cuando lo miraste a los ojos y le
preguntaste:
Pedro, ¿me amas?
Y después de hacerlo tres veces
llegó la paz a ese
discípulo.
Quiero mi paz, Jesús, mírame a los ojos.
Quiero sentir ese perdón en
mi corazón
para que el gozo y la paz lleguen a mí.
En este
momento te pido, Señor Jesús
y a mi madre María, que perdones mis
desobediencias,
el salirme de tus caminos,
el haberme dejado conducir por la
carne,
realizando actos impuros y fuera de ti.
Toma todas mis
actitudes negativas y perdóname, Señor,
y me perdono a mí mismo.
Yo te pido
perdón, Señor,
y me perdono a mí mismo.
Necesito ese perdón
para continuar
caminando en tu paz.
Maestro, te
necesito
y con mucha humildad continúo dándote las gracias
por ese amor tan
profundo que sientes por mí,
y sé de tu gran preocupación
por cada una de tus
ovejitas.
Permíteme
sentir ese tan amor por ti, Señor,
para conmigo y tu abrazo fraterno,
ese amor
que nadie puede darnos,
excepto tú, Señor.
Llena ese
vacío interior que solo tú,
amado Jesús, puedes llenar.
Amigo fiel,
que nos prometes
que aunque nuestras madres nos abandonen
tú nunca nos
abandonarás
y sé que en cada segundo de nuestra existencia,
tu presencia es
grande y poderosa.
Te alabo, te
bendigo, te glorifico
y te doy gracias por todo lo que tú estás haciendo en mí
y
continuaras haciendo para honor y gloria tuya.
Amén.
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