Señora y Madre mía, Virgen Santa Maria,
la que desata los nudos;
a tus pies me encuentro para consagrarme a ti.
Con filial afecto te ofrezco en este día
cuanto soy y cuanto tengo:
mis ojos, para mirarte;
mis oídos, para escucharte;
mi voz, para cantar tus alabanzas;
mi vida, para servirte;
mi corazón, para amarte.
Acepta, Madre mía el ofrecimiento que te hago
y colócame junto a tu corazón inmaculado.
Ya que soy todo tuyo,
Madre de misericordia,
la que desata los nudos
que aprisionan nuestro pobre corazón,
guárdame y protegedme como posesión tuya.
No permitas que me deje seducir por el maligno,
ni que mi corazón quede enredado en sus engaños.
Enséñame a aceptar los limites de mi condición humana,
sin olvidar que puedo superarme con la ayuda de la gracia
y que agradezca siempre a Dios por mi existencia.
Ilumíname para que no deseche al Creador por las criaturas,
ni me aparte del camino que el pensó para mi.
Amen.
0 comentarios
Publicar un comentario