Virgen del Carmen
querida,
Madre del Divino Verbo,
en tus manos pongo mi alma,
tu eres mi único consuelo.
Cuida de mí, Virgen Santa,
mientras viva en este suelo,
y ahuyenta al ángel maldito
en mis últimos momentos.
No permitas, Madre
Mía,
que el Espíritu Perverso
se apodere de mi alma
ni posesione mi
cuerpo.
Haced que siempre
tranquilo
me deje estar y
contento
hasta que llegue la hora
en que mi alma suba al cielo.
Amén.
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