Te suplicamos, Jesús,
por todos nuestros parientes y seres queridos
y te pedimos estar siempre dispuestos a rogar
por ellos.
Condúcelos a la luz de la verdad,
consérvalos siempre en esa verdad,
si por dicha y concédeles el don de la perseverancia.
Te pedimos por nuestros parientes, padre y
madre;
por nuestros hermanos y hermanas,
por cada uno de ellos en particular;
por nuestros primos y toda nuestra parentela;
por nuestros amigos más íntimos;
por nuestros maestros y alumnos,
por nuestros jefes y patrones,
por nuestros servidores y trabajadores;
por nuestros socios y compañeros de trabajo;
por nuestros vecinos y por nuestros
superiores;
por todos aquellos que nos quieren bien
y por los que no nos quieren;
por nuestros enemigos;
por nuestros competidores y rivales;
por los que nos insultan y calumnian.
Te pedimos por ellos, no sólo en esta vida,
sino también en su muerte,
para que tengan la dicha de morir en gracia
de Dios,
para que Dios se digne reducir el tiempo de su
expiación
y admitirlos a su presencia.
Amén.
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