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Os conjuro, espíritu
rebelde, habitante y arruinador de esta casa que sin demora ni pretexto
desaparezcáis de aquí, haciendo disolver cualquier maleficio que hayáis echado
vos o alguno de vuestros ayudantes; yo por mí le disuelvo contando con la ayuda
de Dios y de los espíritus de luz Adonay, Eloim y Jehován. Quiero, además, atarte
con el precepto o forma de obediencia, para que no puedas permanecer, ni
volver, ni enviar a otros, ni perturbar esta casa bajo las penas de que seas
quemado eternamente con el fuego de pez y azufre derretidos.
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Se bendecirá toda la
casa con agua exorcizada y se harán cruces por todas las paredes con el
cuchillo de mango blanco diciendo:
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"Yo te exorcizo,
criatura-casa, para que seas libre de los espíritus tentadores que te han hecho
su morada".
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Es bueno saber que
cuando los espíritus malignos se muestran en las casas haciendo ruidos y dando
golpes sin atacar a las personas, es porque no tienen dominio sobre ellas, bien
porque en su mano llevan la marca de la cruz de San Bartolomé o bien porque el
hechizo sólo les permite molestar sin tocar a las personas.
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