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Os conjuro, espíritu rebelde, habitante y arruinador de esta casa, que sin demora ni pretexto desaparezcáis de aquí haciendo disolver cualquier maleficio que hayáis echado vos o cualquiera de vuestros ayudantes; por mi lo disuelvo contando con la ayuda de Dios y de los espíritus de luz Adonay. Elohim y Jehová.
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Quiero además, atarte con el precepto formal de obediencia, para que no puedas permanecer, ni volver, ni enviar a otros, ni perturbar esta casa, bajo la pena de que seas quemado eternamente con el fuego de pez y azufre derretidos.
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