Oh, poderosísimo San Elias del Monte Carmelo,
varón predilecto del Omnipotente Señor,
guía de los mortales que nos encontramos sin
camino,
en esta tierra arrodillado ante tí,
te suplico que me ayudes a sacar de mi hogar
a los malos espíritus que se hayan alojados
en él
ya sean enviados o que naturalmente
se hayan posesionado de él.
Te suplico también San Elias,
que así como has vencido al enemigo
que ha tratado de hacerle daño a la persona
que tú protejes,
así pueda yo vencer todos los que quieran
hacer daño.
Préstame tu espada para destruir con ella
todos los maleficios que me hayan hecho
y que puedan hacerme.
Te suplico, santo mío,
que no me abandones en la hora del peligro.
Ayúdame en estas horas
para conseguir la tranquilidad en mi hogar,
toma interés por mi mejoramiento
y no dejes que ninguno de mis enemigos me
hagan daño.
Como ofrenda, prometo ponerte una vela blanca
durante 7 días y a continuación una lámpara
de aceite de oliva para iluminar mi hogar.
Se reza un Padre Nuestro, Ave María
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