Tu sencillez te hizo grande,
venerada Catalina de Siena.
Virgen y esposa de Dios,
danos tu bendición
y escucha nuestras súplicas.
Esta mujer no quiso tomar varón
ni darle su ternura,
selló su compromiso con otro amor
que dura sobre el amor de toda criatura.
Y tanto se apresura
a zaga de la huella del Amado,
que en él se transfigura,
y el cuerpo anonado
ya está por el amor resucitado.
Así todos veneramos
la condición futura de la historia,
y el cuerpo se adelanta
en esta humilde gloria
a la consumación de su victoria.
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Mirad los regocijos
de la que por estéril sollozaba,
y se lleno de hijos
porque el Señor miraba
la pequeñez humilde de su esclava.
Ruega a Dios por nosotros, Santa Catalina,
Y pide que por tu mediación,
conceda nuestras súplicas.
Amén
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