Señora, amada Madre nuestra,
rostro negro radiante,
lirio blanco de los prados,
ven con tu
poder en mi ayuda,
y líbrame de esta tortura
en la que se ha convertido mi vida.
Gloria al Padre y al
Hijo y al Espíritu Santo,
como era en un principio, ahora y
siempre, y por los siglos de
los siglos.
Salve Virgen María,
hermosura concebida sin pecado original,
casa
consagrada a Dios,
Virgen prudente,
atrio de siete columnas,
mesa rica y rebosante:
A ti acudo en este día,
con toda mi devoción,
a pedirte ayuda y solución
para los graves problemas
que atormentan mi vida.
María, puerta de la
santidad,
tu que nos das la Vida,
Estrella luminosa de Jacob
y Señora de los ángeles:
Te ruego escuches mis peticiones
que en forma de plegaria
a ti dirijo en este momento de aflicción,
en esta circunstancia desesperada,
ayúdame poderosa y clemente Madre.
(Hacer la petición)
Eres ejército
triunfal, tropa invencible,
refugio y puerto seguro
en todos nuestros combates.
Dios te creó en su
Espíritu Santo
y reflejó en todas sus obras tu
belleza.
Tú, eres mi puerto seguro,
al que llego tras la tormenta,
a recogerme en tus brazos,
buscando consuelo y ayuda.
No me abandones Madre mía,
escucha mi petición, Señora,
pues ya estoy desfallecido
y necesito sostén,
para poder seguir adelante.
En tus manos dejo mi causa,
con toda la confianza
de que seré escuchado y atendido
a la brevedad posible,
pues como ves es urgente
salir de esta dificultad.
Gracias por tu amor de Madre,
por tu ayuda y consuelo,
por tu inmenso corazón.
Gracias por tu amor de Madre,
por tu ayuda y consuelo,
por tu inmenso corazón.
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