Gloriosa Virgen María de las Mercedes,
Soberana, Madre de Dios, Reina del Cielo,
Señora de los Desamparados,
protectora de los afligidos y de los
cautivos,
me acojo a tu protección para que mi alma se
regocije
con vuestro poder y elevación
y yo, indigno vasallo tuyo,
por haber merecido tantas veces del reproche
de Vuestro Hijo Redentor, por mis pecados,
Recíbeme oh, Virgen mía bajo tu amparo y
protección
y que mi corazón se rinda en una devota
contemplación
y reconocimiento de las leyes divinas
que rigen el destino de la vida eterna.
Amén.
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