¡Oh bienaventurado San Nicolás de Bari!
a quién
Dios ha glorificado con innumerables milagros manifestando su voluntad de que
acudamos a ti,
en los momentos difíciles de nuestra vida,
confiados en tu
protección.
¡Oh portento de caridad!
al que acuden las
familias, los pobres,
los enfermos, los comerciantes, los empleados,
los presos,
los niños, las doncellas en peligro;
yo, humildemente te pido me alcances
la
gracia que de ti espero,
confiado en tu valiosísima protección,
la que nunca
niegas a tus devotos,
para que favorecidos por tus bondades,
cantemos una vez
más las misericordias del Señor,
y las maravillas de sus santos.
¡Providentísimo
San Nicolás!
no me abandones.
Amén
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