San Cono es conocido
por los aficionados a las loterías como el "Padre de las Cábalas".
Hay creencias de que este Santo ayuda a la gente humilde, sobre todo cuando
esta se encuentra en un aprieto económico.
Según la leyenda, de acuerdo como
sea el problema, el le envía el favor; si es pequeño, le proporciona una
pequeña cantidad para que resuelva su problema; y si es grande, la ayuda será
mayor.
Oh ángel
candidísimo de pureza
y serafín de santa caridad
gloriosísimo SAN CONO,
nosotros, humildes devotos vuestros,
gloriosísimo SAN CONO,
nosotros, humildes devotos vuestros,
os presentamos el efecto mas sincero
de
nuestro corazón.
Nos congratulamos de la gloria singular
de que gozáis en el
cielo;
nos alegramos de los especialísimos dones
con que os previno, acompaño
y consumo la divina gracia
y consumo la divina gracia
y rendimiento las mas vivas gracias
al supremo dispensador de todo bien.
al supremo dispensador de todo bien.
Vos, que anunciado milagrosamente,
nacisteis para ser
ejemplo de perfecta caridad.
y
angelical pureza supisteis unir los rigores
de las mas austeras penitencias.
Vos, que en la flor de los años
buscasteis la soledad del claustro
para consagraros y mejor servir a Dios.
buscasteis la soledad del claustro
para consagraros y mejor servir a Dios.
Vos, que en tan corta vida
supisteis llegar a la cumbre
supisteis llegar a la cumbre
de la perfección y
Santidad.
Vos, finalmente, que después de la muerte
hicisteis brillar vuestro poder
obrando milagros estupendos;
hicisteis brillar vuestro poder
obrando milagros estupendos;
Mirad benignamente desde el cielo
a cuantos
a Vos acuden
llenos de confianza en vuestro patrocinio.
Que vuestra devoción
acredite a nosotros
la imitación de vuestras virtudes,
especialmente en fe
viva, una eficaz esperanza
y una inflamada caridad
hacia nuestros Dios y Señor
hacia nuestros Dios y Señor
y su Inmaculada Madre María,
para que amándose como vos los amasteis,
podamos
en el cielo y en compañía Vuestra
bendecir y alabar la divina misericordia.
Amen.
Rezar tres Padrenuestros, Ave María y Gloria.
Concédenos cincuenta días de indulgencias por cada vez que fervorosamente se rece esta oración.
Joaquín, Obispo de Melo.
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