SANTORAL

jueves, 11 de octubre de 2012

ORACIÓN Y SÚPLICA A LA VIRGEN DEL PILAR (JUAN PABLO II)


 
 
Doy fervientes gracias a Dios
por la presencia singular de María
en esta tierra española
donde tantos frutos ha producido.
 
Y quiero encomendarte,
Virgen santísima del Pilar,
España entera,
todos y cada uno de sus hijos y pueblos,
la Iglesia en España,
así como también los hijos
de todas las naciones hispánicas.
 
¡Dios te salve, María,
Madre de Cristo y de la Iglesia!
 
¡Dios te salve, vida,
dulzura y esperanza nuestra!
 
A tus cuidados confío esta tarde
 las necesidades de todas las familias de España,
las alegrías de los niños,
la ilusión de los jóvenes,
los desvelos de los adultos,
el dolor de los enfermos
y el sereno atardecer de los ancianos.
 
Te encomiendo la fidelidad y abnegación
de los ministros de tu Hijo,
la esperanza de quienes se preparan
para ese ministerio,
la gozosa entrega de las vírgenes del claustro,
la oración y solicitud de los religiosos y religiosas,
 la vida y el empeño de cuantos trabajan
 por el reino de Cristo en estas tierras.
 
En tus manos pongo la fatiga y él sudor
de quienes trabajan con las suyas;
la noble dedicación de los que transmiten su saber
y el esfuerzo de los que aprenden;
la hermosa vocación de quienes
con su conciencia y servicio alivian el dolor ajeno;
la tarea de quienes con su inteligencia buscan la verdad.
 En tu corazón dejo los anhelos de quienes,
mediante los quehaceres económicos
 procuran honradamente la prosperidad de sus hermanos;
de quienes, al servicio de la verdad,
informan y forman rectamente la opinión pública;
de cuantos, en la política, en la milicia,
en las labores sindicales o
en el servicio del orden ciudadano
prestan su colaboración honesta en favor
de una justa, pacífica y segura convivencia.
 
Virgen Santa del Pilar:
aumenta nuestra fe,
consolida nuestra esperanza,
aviva nuestra caridad.
Socorre a los que padecen desgracias,
a los que sufren soledad,
ignorancia, hambre o falta de trabajo.
Fortalece a los débiles en la fe.
Fomenta en los jóvenes la disponibilidad
para una entrega plena a Dios.
 
Protege a España entera y a sus pueblos,
a sus hombres y mujeres.
Y asiste maternalmente, oh María,
a cuantos te invocan como Patrona de la Hispanidad.
Así sea.
 
 
 

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